Tenía muchas ganas de saber lo que le aguardaba, pero a la vez sentía que todo iba excesivamente deprisa..
Tenía la sensación de ir en un coche sin frenos y cuesta abajo, y le costaba decidir si era mejor apearse en marcha o arriesgarse ante el inminente choque.
Para su sorpresa le quitó las esposas de los tobillos, y las de las muñecas, asi como el molesto antifaz.
- Gracias, mi ama.
Tras parpadear varias veces, logró abrir bien los ojos.
- Sientate.
- Si mi ama, como desee.
- Recuerdas lo que habíamos hablado, ¿verdad?.
- Si, lo recuerdo, mi ama.
- Te daré una hora para que comas un poco y te asees convenientemente, después comenzaré tu adistramiento. Al fondo a la derecha tienes el baño, y sobre la mesa tienes tu comida.
- Volveré en una hora, procura estar listo, ni un segundo más, ¿estamos?.
- Si mi ama, una hora.
Había pasado una hora, el tiempo había pasado volando. La puerta chirrió al abrirse.
El se arrodilló, agachó la cabeza y pusó las manos a su espalda en señal de respeto.
Le colocó el collar que tanto conocía, y se lo ajustó hasta casi dejarle sin resuello.
El ya sabía lo que eso significaba, la sesión acababa de empezar, asi como su adiestramiento.
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