Llegaron a una extrecha camilla, el la miró con aprensión, sabía demasiado bien lo que significaba.
- Por favor, mi ama, ¿podría empezar por algo más suave?.
- No quedrás que te siente mal la comida, ¿verdad? -le dijo, mientras una sonrisa picara se dibujaba en su rostro-
- Por supuesto que no, mi ama. Perdonemé.
El se acostó sobre la camilla, teniendo cuidado de que sus muslos quedasen en el borde de la camilla. Y se dejó hacer..
Lenta pero concienzudamente le fué sujetando a los arneses de la camilla, los tobillos fueron fuertemente atados a las patas de la camilla.
Ambas muñecas esposadas por separado estirandole los brazos hasta casi retorcerselos. Los codos firmemente sujetos con un bondage que los unía a las argollas de la camilla.
Luego, fué el turno de las rodillas, de forma que quedaron fuertemente sujetas a sendas argollas.
A continuación, le colocó una correa alrededor de la cintura, y la unió a las argollas que había en los laterales de la camilla.
Por último enganchó su collar a la argolla superior de la camilla.
Un escalofrío le recorrió de pies a cabeza, sabía muy bien lo que le esperaba. Deseaba que sucediese, pero a la vez lo temía por igual.
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