De pronto sintió varios latigazos a cual más fuerte, y supo que la había enfadado. Le dió un fuerte tirón de la cadenita de su cuello y tiró de él.
De nuevo estamos atravesando mil puertas y pasillos, pero..
¿Porque tiene tanta prisa?. Sé que he debido de hacerla enfadar, pero..
¿Es que acaso si llegamos cinco minutos después cambiará algo?.
Seguro que me lleva de vuelta a mi celda, porque de haberme querido llevar a la cocina, no hubiesemos tardado prácticamente nada, ya que es la habitación contigua.
Pero no.. Estoy seguro de que tiene otros planes.. no sé cuales serán, pero estoy un poco preocupado.
Este suelo tan aspero.. me recuerda al día que llegué.
Sí, vamos hacia la puerta, estoy seguro. Ya noto el frío, mira que hace frío, me voy a quedar tieso.
Las esposas de sus tobillos tintinearon contra los escalones de piedra, la seguía casi sin aliento y tiritando de frío. A cada tirón le dejaba casi sin repiración iba tan deprisa que tenía que hacer verdaderos esfuerzos para intentar no caerse.
Ahora mismo preferiría que me azotase con fuerza, antes que el castigo que me haya preparado.
Tras abrir la puerta le hizo entrar y tumbarse en el frío suelo.
Cogió su muñeca derecha y la esposó a una argolla del suelo, después esposó su tobillo izquierdo muy tirante a otra argolla, apenas si podía moverse, e intentaba arquear el cuerpo intentando en vano reducir la tensión.
Pero naturalmente, no iba a dejarle una muñeca libre, fué esposado de pies y manos, con la mayor tracción posible, sin permitirle el menor movimiento.
Pero no era suficiente, unió su collar a sendas argollas que tiraban de el en dos direcciones contrarias, de forma que le fuese imposible girar el cuello.
Entonces para su sorpresa, se sentó sobre él a horcajadas, le metió el tubo muchisimo más fuerte que antes, enganchó el embudo y le empezó a dar de beber.
No tenía mas opción que beber, no tenía forma alguna de oponerse, ni de intentar comunicarse.
Le dió la tos, era demasiado líquido y no podía tragarselo tan deprisa. En vista de que seguía tosiendo, le soltó la máscara lo suficiente como para dejar su boca y nariz fuera de ella.
Aprovechó para tomar una gran bocanada de aire, entre tos. La tos se empeñaba en no irse. No podía dejar de toser..
Al rato ya calmado y respirando bien.
- Muchisimas gracias mi ama, de veras que se lo agradezco, me estaba ahogando la máscara. ¿Podría permitirme no beber más?. Por favor mi ama, haré lo que sea, pero no me dé mas de beber.
Por toda respuesta se limitó a quitarle la máscara, y los tapones de los oídos.
- ¿Mejor?.
- Si, mi ama. Muchas gracias por quitarme la máscara.
- Ahora terminarás tu bebida, trata de hacerlo bien y no hagas que me arrepienta de habertela quitado.. ¿Estamos?.
- Si mi ama, no se preocupe. Me beberé cuanto guste.
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