Lo único que quedaba cerca era el apeadero del tren, distaba unos tres kilometros de donde se encontraba, y por otra parte era totalmente inútil ir hasta allí porque el próximo tren no pasaria hasta por lo menos 8 horas.
Tampoco había cerca carreteras que estuviesen frecuentadas, era un lugar muy apartado y la única carretera que quedaba cerca solo era usada en verano, para ir a una cala cercana, el resto del año apenas si pasaba nadie por allí.
El bip de su reloj de sacó de su ensimismamiento, había pasado una hora y seguía sin noticias...